Las personas mayores que están más delgadas o están perdiendo peso rápidamente tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia, especialmente si antes tenían sobrepeso u eran obesas, según un estudio de la Universidad de Florida del Sur en Estados Unidos que se publica en la revista ‘Neurology‘.
En el estudio los investigadores siguieron durante ocho años a 1.836 japoneses-americanos en el estado de Washington con una media de edad de 72 años. En este periodo de tiempo 129 de ellos desarrollaron demencia.
La investigación descubrió que las personas con los índices de masa corporal (IMC) más bajos al inicio del estudio eran un 79 por ciento más propensas a desarrollar demencia que aquellas con IMC superiores.
Además, aquellos participantes que perdieron peso a lo largo del estudio a una tasa más rápida fueron casi tres veces más propensos a desarrollar demencia que los que perdieron peso de forma más lenta con el paso del tiempo.
Este resultado era más pronunciado en aquellos que tenían sobrepeso o eran obesos al inicio del estudio, aquellos con un IMC de 23 o superior tenía un 82 por ciento menos de riesgo de desarrollar la enfermedad en comparación con aquellos que eran normales o estaban por debajo de su peso. Los resultados fueron los mismos después de evaluar otros factores de riesgo como el tabaquismo, el ejercicio y el género.
Según explica Tiffany Hughes, autora del estudio, «nuestros descubrimientos sugieren que la pérdida de peso rápida en los mayores podría ser un signo precoz de demencia. Esto no significa que estar obeso o tener sobrepeso sea sano para la mente o el cuerpo, pero la pérdida de peso podría ser un signo de la aparición de la enfermedad cerebral».
Hughes señala que otra investigación actual muestra que, en contraste, un abdomen de mayor tamaño en la mediana edad podría ser un factor de riesgo para la demencia.
«Se ha demostrado que la demencia se desarrolla en el cerebro décadas antes de que los síntomas aparezcan. Estos descubrimientos podrían reflejar ese proceso. En la mediana edad la obesidad podría ser un factor de riesgo de la demencia mientras que el descenso del peso en la edad avanzada podría considerarse uno de los primeros cambios de la enfermedad que se producen antes de que finalmente afecte a la memoria de la persona», concluye la investigadora.
Fuente: Azprensa